Hasta
el menos avezado de los observadores se habrá dado cuenta de que el
abajo firmante lleva algo así como cerca de medio año sin publicar
un solo post. Y miren que la realidad de los hechos, de seis meses
para acá, ha proporcionado el material suficiente como para surtir
de contenido a todo blog que se precie de comentar los avatares,
políticos o no, de nuestra decadente sociedad. En vano voy a
detallar los motivos que han originado tan dilatado periodo de
barbecho intelectual: ni vienen al caso ni, a buen seguro, el lector
estará interesado en ellos. Digamos, simplemente, que problemas
técnicos me han privado de mantener abierta, siquiera a medias, esta
ventana para dar cuenta de mis anhelos, inquietudes y preocupaciones.
Lo cual no significa que haya estado de espaldas a la realidad, sino,
más bien, todo lo contrario. Dicho lo cual, una vez expuestas estas
endebles explicaciones a modo de excusas, paso a tomar prestadas
aquellas emotivas palabras del Molt Honorable Josep Tarradellas,
pronunciadas el 23 de octubre de 1977 desde el balcón del Palacio de
la Generalitat, a su regreso a Cataluña después de treinta y ocho
años de obligado exilio, para exclamar aquello de: estimados
lectores, ¡ya estoy aquí! Me he permitido la licencia de añadir la
coletilla que figura entre paréntesis para remarcar que, a pesar de
esta prolongada ausencia, nunca me fui del todo.

Quizás,
lo más llamativo en el panorama de la actualidad informativa en todo
este tiempo haya sido, cómo no, todo lo concerniente al problema
catalán. Pero no se apuren, no voy a incidir más en el asunto:
bastante penitencia soportamos ya como para que encima rompa mi
silencio haciendo desfilar por estas líneas a los jordis,
puigdemones, annagabrieles, junqueras y demás laya independentista.
Para tal menester ya contamos con un abigarrado ejército de
plumillas, contertulios y periodistas que se encargan de poner a
prueba tanto nuestra agotada paciencia como nuestra sufrida
inteligencia. Es por eso que, dado que mi análisis no va a aportar
un ápice de originalidad a lo ya pontificado por voces más
autorizadas que la mía, les voy a evitar a ustedes el sufrimiento de
perder el tiempo en conocer mi opinión al respecto - por otro lado,
ya manifestada en varias entradas de este blog, como habrán tenido
ocasión de comprobar mis más fieles seguidores-, al tiempo que me
ahorro el esfuerzo de estrujarme la sesera para tratar de explicar lo
inexplicable. Dejemos, pues, que sean los profesionales de la tribu
periodística quienes nos sigan flagelando con las andanzas de tan
ilustres prófugos y presidiarios, según los casos. Porque aquí la
suerte ha ido por barrios en función del nivel de compromiso y
valentía: mientras unos gozan del retiro dorado en paraísos como
Ginebra o Waterloo, preparando sus estrategias judiciales con la
inestimable asistencia de abogados etarras; otros, en cambio, purgan
sus penas en Alcalá Meco y Soto del Real en medio de las estrecheces
propias de quienes se hallan en el trance de estar privados de
libertad. Tampoco falta en este guiso una pizca de irreverencia y
mala educación, representada por las colaus y los torrents de turno,
protagonizando desplantes reales fuera de contexto.
Ni
al mismísimo don Ramón María del Valle-Inclán se le habría
ocurrido un esperpento de tal calibre, como tampoco el gran Arniches
dio a la escena una comedia en la que se pusieran tan de manifiesto
las miserias humanas. En cambio, el bueno de Forges, con su habitual
perspicacia, sí que supo plasmar en sus viñetas la escandalosa
crisis ética e ideológica de un sistema político en plena
decadencia, en el que la incompetencia de sus líderes resulta tan
evidente como bochornosa. Faltan hombres de Estado que sepan
enfrentarse a la situación con inteligencia y sentido común, algo
de lo que carecen la mayoría de los chiquilicuatres que pululan por
los cenáculos políticos. Los mismos que con su indolencia han
propiciado este guirigay, a base de engordar al monstruo mientras
hacían la vista gorda ante las señales de alarma que se venían
detectando, son los que ahora pretenden dar solución a una cuestión
enquistada por su propia negligencia. Todos los gobiernos, desde la
UCD de Adolfo Suárez hasta el actual de Mariano Rajoy, son cómplices
de esta grave crisis institucional. Cuando Felipe González y José
María Aznar aceptaban sin reparos los apoyos del nacionalismo
catalán y vasco para constituir gobiernos estables a cambio de
sonrojantes concesiones económicas y competenciales, eran plenamente
conscientes de las previsibles consecuencias que esto tendría a
largo plazo. Poco les importó que esos pactos envenenados allanaran
su camino hacia la Moncloa: primero había que atender a los
intereses de partido; después, si quedaba tiempo, a los de país.
Como colofón a todo este proceso de despropósitos, nos encontramos
ahora en un laberinto al que nos va a costar encontrar una salida
airosa.
Cambiando
de tercio, aunque sea de este modo un tanto abrupto, me gustaría
también reseñar la ausencia de novedades en cuanto a un tema
doméstico de la actualidad extremeña: ni rastro de lo que se supone
que va a ser el AVE Badajoz-Madrid. El pasado mes de noviembre,
impulsados por la plataforma ciudadana Milana Bonita, un buen puñado
de paisanos nos dimos cita en el centro capitalino para protestar por
lo que a todas luces supone un escándalo y una injusticia. Los
políticos de uno y otro color del arco parlamentario regional, con
su habitual desvergüenza e innata caradura, también se sumaron a la
fiesta, metiendo sus sucias pezuñas en una polémica de la que ellos
son los máximos responsables. Hemos tenido que esperar a que el
lamentable estado de las conexiones ferroviarias fuera noticia de
primera plana a nivel nacional, para que Fernández Vara y Monago se
hayan subido al tren del oportunismo con las aviesas intenciones de arañar un puñado de votos. Lo que hasta hace escasamente unos
meses constituía desidia e indiferencia por su parte, resulta que ahora pasa a
ocupar un lugar preferente en sus agendas. Su torpeza es equiparable
a su ruindad: ahí los tenemos a pie de calle, voceando en primera
línea de la pancarta, indignados ante un escándalo al que han
prestado oídos sordos hasta que la cosa ha ido convirtiéndose en un
clamor popular al que ya no podían dar largas.Y ellos tan frescos, como de costumbre,
mientras que el común de los mortales tenemos que seguir sufriendo
las consecuencias de una red ferroviaria más propia de finales del siglo XIX
que de principios del XXI.
Y con estas dos breves pinceladas pongo punto y seguido a un post que tendrá su continuidad en artículos venideros. Porque ni la crisis de Cataluña está lejos de concluir, ni se ha dicho aún la última palabra con respecto a las peripecias sobre la planificación, licitación y construcción del AVE en Extremadura. Y aquí estaré yo para dar mi opinión; como la daré sobre la polémica de esa monstruosidad de mina de litio a cielo abierto que quieren impulsar en la ciudad de Cáceres..., a menos de tres kilómetros del casco urbano. Ver para creer, ¿verdad? Pues eso.
Y con estas dos breves pinceladas pongo punto y seguido a un post que tendrá su continuidad en artículos venideros. Porque ni la crisis de Cataluña está lejos de concluir, ni se ha dicho aún la última palabra con respecto a las peripecias sobre la planificación, licitación y construcción del AVE en Extremadura. Y aquí estaré yo para dar mi opinión; como la daré sobre la polémica de esa monstruosidad de mina de litio a cielo abierto que quieren impulsar en la ciudad de Cáceres..., a menos de tres kilómetros del casco urbano. Ver para creer, ¿verdad? Pues eso.