Hace mucho tiempo que llevo dándole vueltas
al hecho de si publicar o no lo que, finalmente, he decido plasmar en el post
de esta tarde. Animado por las opiniones de mis grupos de amistades, fiel reflejo
de las capas sociales de nuestra región (los hay con estudios superiores,
medios, básicos, en paro, con trabajos de responsabilidad, curritos,
funcionarios…), quiero recoger la opinión generalizada acerca del papel de la
prensa escrita en nuestra Comunidad Autónoma, más en concreto de los diarios HOY
y El Periódico Extremadura. Como digo, hace ya años que tenemos formada una idea
al respecto, pero es ahora, durante el verano, cuando nuestras críticas se acentúan.
Por eso, siendo consciente de que puedo generar polémica, quiero partir de la
premisa de que me limito a manifestar las apreciaciones de mi entorno de
amistades. Mi papel, en esta ocasión, es el de mensajero, aunque esté
de acuerdo con el sentir de la mayoría. Por supuesto, y para disipar cualquier
malentendido, dejo a salvo de esta crítica la encomiable labor realizada por la
red de periódicos locales que, al amparo de estas dos históricas marcas, se han
extendido por los principales municipios de nuestra región. Hechas las
advertencias precedentes, continúo.
Al parecer, en
Extremadura no hay más acontecimientos reseñables a nivel periodístico que si
la perrera municipal de no sé qué pueblo se ha quedado sin luz, que si la calle no sé cuál está de obras, que
si el ayuntamiento X no arregla el bache de no sé qué carretera de
circunvalación, que si tal personaje público tiene cierto parecido físico con
no sé qué actor de renombre, que si las rebajas no van tan bien como en otras
temporadas, que si la ola de calor está causando furor, que si rompen una
vidriera al entrar a robar en un convento, que si finalmente el proyecto del
Corte Inglés en Cáceres será una realidad, al igual que el tantas veces
anunciado párking subterráneo en las proximidades de la Cruz de los Caídos,
también en la capital cacereña. Estas son las flamantes noticias a las que la
prensa dedica la mayor parte de su espacio para informar a sus lectores en
estas fechas tan propensas a la pereza intelectual. A veces hay que escudriñar
hasta debajo de las piedras para sacar a la luz una noticia que merezca tal
calificativo, pero últimamente parece que los plumillas –o sus jefes, mejor
dicho- no están muy por la labor de prestigiar una profesión que no pasa por su
mejor momento. No exigimos desayunarnos cada día con la primicia informativa
del año, pero de ahí a que nos tengamos que tragar sapos de ese calibre media
un abismo. Supongo que los periodistas que soñaban con el ideal de convertirse
en una especie de Lou Grant durante sus años de facultad no darán palmadas de
alegría cada vez que sus jefes les mandan a cubrir temas que tendrían mejor
acomodo en La Hoja del Lunes de la barriada correspondiente. Muchos de ellos
han perdido ya la motivación y el mordiente necesarios para dedicarse a una
labor con un alto desgaste personal y familiar, por no hacer mención a los
ridículos salarios que perciben.
La prensa
regional extremeña hace tiempo que viene practicando un pefil bajo –más bien
plano-, ilustrando a toda página hechos que no interesan al común de los
mortales, pasando de puntillas por acontecimientos que merecerían un mayor
despliegue informativo. El tratamiento anodino e insulso que muestran de la
realidad es un pecado para el que, a lo peor, no hay penitencia que los salve.
Supongo que la culpa será de los editores y directores de turno. Es genérica la
queja entre los lectores de que tanto el
HOY como El Periódico Extremadura se han convertido en una especie de
gacetillas –el primero menos que el segundo, a decir de muchos de ellos- que no
hacen honor a la calidad de otras cabeceras regionales de nuestro país. Cosa
bien distinta es la categoría profesional de alguno de sus columnistas. Ahí
nada que objetar; es más, la calidad de sus articulistas está muy por encima de
las noticias tratadas a lo largo de páginas vacías de contenido e interés. Así
que, si alguien va buscando una crítica mordaz –que no tiene que ser
destructiva de por sí- contra la actuación de los poderes políticos, económicos
o sindicales en Extremadura, que no pierda el tiempo y acuda a otras fuentes de
información. Allí no las va a encontrar. Parece ser que cuenta más mantener la
publicidad institucional de la Junta, ayuntamientos y diputaciones que el hecho
de informar sin miedo, sin cortapisas, sin autocensuras que todo lo quieren
tamizar.
Me gustaría que
quedara clara la crítica de este post. No va en contra los periodistas, sino
contra aquellos que están haciendo del periodismo una profesión de chichinabo
al servicio única y exclusivamente de
los intereses económicos. No corren buenos tiempos para casi nada, pero mucho
menos para los medios de comunicación; más en concreto, para la prensa escrita.
Muchas cabeceras históricas han cedido a
la crisis económica (hasta el archipremiado The Washington Post, el del caso
Watergate, anda de saldo estos días), por eso me admira que tanto el HOY como
El Extremadura se mantengan en pie, impasibles al desaliento por obra y gracia
de un milagro digno de estudio. Lo que es seguro es que como sigan por esta
senda de compadreo con el poderoso no tardarán en echar el cierre. Y sería una
pena que nuestra Comunidad Autónoma careciera de un diario de referencia no
sólo a nivel regional, sino también a escala nacional. No estamos pidiendo que
se conviertan en una especie de Norte de Castilla, pero el hecho de no sentir
vergüenza ante lo que se lee sería un paso más que interesante para
reconciliarnos con nuestra prensa escrita.
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