jueves, 22 de mayo de 2014

Europa a la vista.

 
El próximo domingo, 25 de mayo de los corrientes, estaremos de celebración. Y no me refiero al hecho de que merengues o colchoneros recibirán como héroes a sus huestes venidas de Lisboa, con una Copa de Europa bajo el brazo para ofrecer a Cibeles o Neptuno. Si Dios existe, que creo que sí, supongo que se decantará por el lado de la fémina. No. La cosa es un poco más seria, aunque sólo sea un poco más. Me estoy refiriendo a las elecciones al Parlamento Europeo. Deberíamos estar alegres y contentos, henchidos de de felicidad por poder participar en la fiesta de la democracia, que no es más que ejercitar el derecho al voto con el que quitar y poner a nuestros dirigentes de las correspondientes poltronas de turno desde las que saquean nuestras arcas. Vale que no todos los políticos son iguales, pero los hay empeñados en ganarse la gloria a costa del esfuerzo de los demás. No sé cuál será el porcentaje, pero espero que por cada político corrupto haya, al menos, otros veinte que no estén pensando en llevárselo crudo. En esto, los ciudadanos no estamos exentos de culpa, porque somos nosotros los que tenemos el poder de hacer y deshacer a nuestro antojo. Aunque también es verdad que cuando votamos a fulanito por ser un tipo insobornable, de esos que se visten por los pies, honrado y decente, pues resulta que no pensábamos que con el paso del tiempo nos la iba a dar con queso, que era de voluntad débil y que se dejó comprar por un plato de lentejas, lo cual equivale a decir que no le importó chotearse de la confianza de sus electores a cambio de un apartamento en Torrevieja, un coche de lujo a la puerta del garaje o un trabajo de postín para su señora esposa y demás parentela. Si es que ya lo decía no sé quién: no puede uno fiarse de nadie, y menos de los políticos. Ya digo que los más perjudicados son aquellos del gremio que trabajan honradamente a favor del servicio público que representa su labor. 


   Bueno, el caso es que, por si alguien no se ha enterado aún, este domingo nos jugamos los cuartos en Europa. A nuestro país le corresponden 54 eurodiputados de un total de 751 escaños. Y, como corresponde, los partidos políticos patrios se han lanzado a la lucha del botín, sobre todo los dos mayoritarios. Los otros como UPyD, VOX, IU y Ciudadanos también quieren partir el bacalao, pero cuentan con escaso o nulo seguimiento por parte de los medios de comunicación; es decir, que están condenados al ostracismo. Así que, ahí andan el señor Cañete y la señora Valenciano –bueno, mejor altero el orden del producto, no vaya a ser que me tachen de machista o descortés: Valenciano y Cañete- batiéndose el cobre por cruzar los Pirineos, encabezando las listas de sus respectivas formaciones. La primera batalla tuvo lugar ante las cámaras de Televisión Española, en un debate soso y anodino –vamos, aburrido de cojones- donde los contendientes se dedicaron al “y tú más”. Nada se supo de sus propuestas electorales. Si les soy sincero, mi curiosidad me permitió aguantar 5 minutos delante del televisor, paciencia que llegó a su fin cuando comprobé que era más de lo mismo: despotricar del adversario sin proponer absolutamente nada. Según las encuestas, el debate lo perdió Cañete –utilizo la frase en negativa para evitar afirmar que lo ganó Valenciano; es que esta señora, ideologías aparte, me cae mal-. Parece ser que que el ex ministro de Agricultura fue de “sobrao”, de listillo, y no se estudió la lección. Así que Valenciano, con los deberes a medio hacer, le dio un buen repaso. Pero, no contento con eso, al día siguiente del debate se suelta el señor Cañete unas declaraciones en el programa Espejo Público, de Antena 3, que se había dejado ganar porque no sería de caballeros demostrar superioridad intelectual ante una mujer. ¡Con un par, Miguelón! ¡Sí señor! ¡Ole, ole y ole! ¿Y tú has sido ministro? ¿Qué pasa, que eso de la igualdad entre hombres y mujeres no venía en el temario de Abogado del Estado? A mí que me digan dónde hay que apuntarse para ser futuro comisario europeo porque yo, con mi simple carrera de Derecho, puedo prometer y prometo que no soltaré tantas paridas. ¿Qué tendrá la política para que, a pesar de las evidencias, algunos se empeñen en luchar contra ruedas de molino? Lo digo porque Cañete y sus compañeros de partido insistían, erre que erre, que él había sido el vencedor del debate y que eso de la superioridad intelectual estaba siendo mal interpretado por la malévola oposición. El muchacho ha tardado una semana en rectificar. ¿Costará eso votos al PP? No se equivoquen: ni el debate fue seguido por masas enardecidas en busca de un líder que les guíe, ni la gente presta demasiada atención a las noticias relacionadas con la campaña electoral. Total, ¿para qué, si  ya se sabe que los políticos mienten por naturaleza y se destrozan los unos a los otros por necesidad? Eso sí, espero que de todo este sainete no salga de rositas el señor Arriola, ese factótum en la sombra que lleva ya demasiados años asesorando al Partido Popular. Y es que, peor no se puede hacer. Cuando vi que Cañete se quitaba las gafas y se ponía a leer los papeles, al tiempo que se le empezaba a acumular salibilla en la comisura de los labios, no me hizo falta ver nada más para presagiar el desastre. El golpe no hubiera sido tan duro si Valenciano, al César lo que es del César, no se hubiera destapado como una persona coherente, pausada, racional, con aplomo. Esas virtudes, supuestos puntos fuertes del candidato popular, decidieron posarse ese día en el caletre de la número uno socialista, de suyo insípida y superficial.



   Como era de esperar, el desliz de Cañete no ha caído en saco roto, y es que a Valenciano le ha venido la Virgen a ver. Desde ese mismo instante, el PSOE se ha empleado a degüello, sin cuartel, en la tarea de desprestigiar al ex ministro, haciendo ver que tras esa imagen de bonachón se esconde en verdad el hombre del saco. La ofendida ha aprovechado la ocasión, servida en bandeja por su propio rival, para revelarnos la verdadera faz de los cavernícolas del PP. En las declaraciones y los mítines socialistas no se habla de otra cosa; su programa electoral –si es que alguna vez lo tuvieron- ha pasado a un segundo plano. Lo realmente importante en estas elecciones europeas, los argumentos de peso para lograr la confianza del electorado, es que el PP está integrado por retrógrados que no soportan ver a la mujer más allá de las puertas de la cocina. Y, oigan, que la señora Valenciano se valga de esta táctica maniquea dice bien poco a su favor. De acuerdo que Cañete ha metido la pata hasta el corbejón, pero de ahí a que utilicen su disparate como ariete para abrirse paso en el parlamento europeo ... Pues eso, que lo dejo en puntos suspensivos. Habría que recordarle a la señora Valenciano que ella tampoco estuvo muy afortunada cuando alardeó de que sería capaz de desnudarse para solicitar el voto a favor de su candidatura, o cuando tuiteó aquello otro de que si alguien había visto a un tío más feo que Ribery (el jugador de fútbol francés que milita en el Bayern de Munich). Fíjate, Elena, hasta yo te puedo perdonar que seas tan cínica. Supongo que eso de no haber dado un palo al agua en tu vida y llevar en política desde los 17 añitos tiene sus consecuencias, como por ejemplo el que tu berborrea nos deleite con este tipo de estupideces. Así que, en este punto, tampoco te diferencias tanto de Cañete. Hija, perdona si notas cierta animosidad en mis palabras, pero es que tengo por costumbre desconfiar de quienes no han cotizado en su vida a la Seguridad Social y encima nos toman por tontos.

 
En fin. Lo dicho. Que con este panorama de gran altura intelectual de nuestros políticos, que no se extrañen que la abstención sea superior al cuarenta por ciento. Lo triste no es que los ciudadanos no demos importancia a estas elecciones, que la tienen y mucho –en Europa se cuece todo-, sino que la clase política las utilice para recolocar a las viejas glorias de sus partidos. En ese cementerio de elefantes encontramos a Pepiño Blanco, Luis de Grandes, Fernando Jáuregui, Pilar del Castillo, Iturgáiz  y Raimon Obiols, entre otros. Si es que hasta Ruiz Mateos llegó a ser eurodiputado. Sólo falta que se presenten Belén Esteban, Chiquito de la Calzada o el Chiquilicuatre. Me parece que el personal, en lugar de ejercer su derecho al voto, se va a pasar el día de las elecciones celebrando la victora de la Champions en la tasca más cercana o, por el contrario, lamiéndose las heridas de la derrota metiditos en casita. Ya verán cómo no faltará quien asegure que la alta abstención prevista trae causa de este acontecimiento deportivo.

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