miércoles, 10 de septiembre de 2014

La tontuna de Monago


  
Después de este letargo de casi cuatro meses, en el que hemos tenido hasta un cambio en la jefatura del Estado, hoy no me queda más remedio que acudir a la palestra para comentar la última ocurrencia de José Antonio Monago Terrazas, a la sazón presidente del Gobierno de Extremadura. Y es que esto de que las elecciones autonómicas estén a la vuelta de la esquina ha sido la espoleta adecuada para que Monago y su equipo le hayan dado a la manivela del caletre para ver qué salía de esa tormenta de ideas. Y lo que han parido esas mentes supuestamente privilegiadas -que lo mismo valen para ser consejeros, alcaldes o asesores áureos- ha sido la mayor obscenidad que uno recuerda en muchos años, seguida muy de cerca por la no menos indecente ayuda de 400 euros con la que se descolgó Zapatero en enero de 2008, apenas dos meses antes de las elecciones generales. Les estoy hablando, por si no han caído en la cuenta, de la promesa de una ayuda vitalicia de 300 euros anuales a las extremeñas de setenta y cinco años en adelante que hayan vivido la guerra civil y la posguerra.

    La buena nueva fue anunciada durante el acto institucional con motivo del Día de Extremadura, en el marco incomparable del Teatro Romano de Mérida. El presidente, en un discurso sensiblero que parecía haber sido redactado por su peor enemigo, no tuvo reparos en incitar a la lágrima fácil con expresiones como “...esta es una cuestión de dignidad, de justicia y de memoria histórica”, o esta otra de "...si alguien quiere conocer de verdad quiénes somos como pueblo, no hace falta leerlo en los libros, sino que solo tiene que acercarse a su abuela o a su madre y preguntarle cómo ha sido su vida". Hubiera quedado mejor si, en lugar de esas loables motivaciones, hubiera dicho la verdad que se oculta detrás de este asunto: que el próximo vencedor de las elecciones autonómicas lo será por un puñado de votos y él quiere asegurarse cerca de treinta y cinco mil sufragios para las arcas de su partido, que es la cantidad de beneficiarios que se calcula va a tener la aplicación de esta medida. El primer objetivo ya lo ha conseguido: que los medios de comunicación se hagan eco de esta populista propuesta. Lo que desconozco es si el señor Monago ha medido los posibles y más que probables efectos colaterales. Si pretendía arrimar el ascua a su sardina y renovar la confianza de los extremeños en la próxima consulta electoral... va dado. Lo que ha conseguido ha sido cabrear a un sector de la población al que le sobran los motivos para seguir pensando que estos políticos de poltrona, despacho y coche oficiales nos toman por tontos de capirote. Si supieran lo que piensan nuestros abuelos de ellos, aprenderían a mantener la boca cerrada, aunque solo sea para no ver cómo hacen el más absoluto de los ridículos aquellos que se supone que deben dar ejemplo.

  El señor Monago ha querido erigirse en defensor de los más desfavorecidos, llevando a cabo políticas pretendidamente de izquierdas en un terreno tan delicado como el de la  guerra civil. ¿Qué le habrá pasado por la cabeza a nuestro presidente para que le hayan colado este gol por toda la escuadra? Todos podemos tener un mal día y dar por buenas las divagaciones de un iluminado que una buena mañana se levanta con la obsesión de pasar a la historia junto a, pongamos por caso, el descubridor de la penicilina, pero para evitar esas tentaciones se supone que el presidente de una Comunidad Autónoma tiene el sentido común suficiente como para rechazar de plano disparates de este calibre. Señor Monago, esto es una medida puramente electoralista que ha debido anunciar en cualquiera de los foros a los que tiene acceso por su condición de presidente del PP en Extremadura, y no en un acto institucional como representante de todos los extremeños. Se ha equivocado usted en el fondo y en la forma. Desconozco cuántos asesores de confianza componen su gabinete, lo que sí es seguro es que la mayoría deberían estar haciendo cola en la oficina del paro más próxima. Nuestros mayores son lo suficientemente inteligentes como para dejarse engañar por esta boutade. Lo que sí ha quedado en evidencia es su torpeza por haber dado alas a tamaño disparate, tratando de comprar votos por calderilla. ¡Anda que no habrá medidas que puedan repercutir en el mayor bienestar de nuestras abuelas, y va el señor Monago y salta con esta parida! Ver para creer.

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