miércoles, 9 de mayo de 2012

De profesión, Consejero-oftalmólogo.


   A perro flaco todo son pulgas. Al sabio refranero español no le faltan máximas con las que reflejar la áspera realidad que nos atosiga a diario. Supongo que eso mismo es lo que habrá pensado Don José Antonio Monago, presidente del Gobierno de Extremadura (por cierto, muchos seguimos preguntándonos a qué se debe el cambio de denominación de Junta por Gobierno) cuando se haya enterado de la noticia que adelantaba el diario HOY sobre su consejero de Sanidad y Política Social. A los frentes abiertos con una moción de censura latente, concentraciones de protesta por reducir los gastos de inversión en las partidas de educación y sanidad, la polémica de la testosterona con el alcalde de Barcelona sobre el paso del AVE por Extremadura, a todo esto se le ha venido a sumar la palmaria incompatibilidad de funciones del señor Perianes por pasar consulta oftalmológica cada quince días en la localidad portuguesa de Elvas. ¿Que por qué se ha enterado el rotativo regional de esta primicia informativa?:aparte de que los periodistas sean un colectivo curioso de por sí, pues porque el Consejero se publicitaba en las páginas de un diario del país vecino. Es decir, que en este caso los reporteros no han tenido que desplegar una labor de investigación similar a la que llevaron a cabo Woodward y Bernstein para destapar el archiconocido escándalo Watergate. Aquí no ha habido más garganta profunda que la ignorancia y la imprudencia del propio consejero.

   Al igual que yo, muchos extremeños no nos creemos que el señor Monago, a la hora de proponer a Perianes como miembro de su ejecutivo, no le preguntara si ejercía alguna actividad profesional que pudiera ser incompatible con el cargo que iba a ocupar. Estoy convencido que el señor Monago se lo preguntó, aunque sólo sea porque así lo exige el artículo 8 de la Ley de Incompatibilidades de la Comunidad Autónoma de Extremadura que, si bien es cierto que concede un plazo de tres meses a contar desde la toma de posesión para realizar la posible declaración de incompatibilidad, dicho plazo se cumplió precisamente ayer. Por lo tanto, además de inmoral, su silencio fue ilegal. Monago no va a ser tan torpe como para nombrar a un Consejero sabiendo que incumple la legislación vigente, y menos aún cuando su ejecutivo pende del apoyo prestado por Izquierda Unida. Bastante tiene con lidiar con Pedro Escobar y compañía como para, a sabiendas, haber permitido una situación que sabe a ciencia cierta que le acarrearía más problemas de los que ya acumula. Por eso, porque Perianes mintió y porque se ha descubierto que lo hizo, al Presidente no le debe temblar la mano: antes de que el propio implicado dimita, que es lo que debería hacer, se tiene que adelantar y, tras las oportunas explicaciones, cesarle irrevocablemente por traicionar la confianza que en su día depositó en él. Hay errores que se pagan caros y este debe ser uno de ellos.

Toma de posesión de Perianes
   Monago acaba de salir reforzado del Congreso Regional del Partido Popular, en el que ha sido reelegido por un porcentaje de votos superior al 90%. Por lo tanto, cuenta con el apoyo de los suyos para dirigir las riendas del gobierno extremeño. No seré yo quien discuta la tarea emprendida por el presidente de la Junta, todo lo contrario, pero eso no es óbice para que pueda criticar que haya cometido el descuido de nombrar a un alto cargo sin asegurarse previamente que no concurría en esa persona causa de incompatibilidad. En este sentido tiene una parte de responsabilidad, aunque en grado menor que si hubiera conocido desde un primer momento que el señor Perianes ejercía como oftalmólogo. No me resulta agradable redactar estas palabras, pero más me disgusta que Extremadura haya salido en todos los medios de comunicación nacionales por un asunto como el que nos ocupa. Al igual que en otras ocasiones he aplaudido y defendido al Presidente de la Junta, esta vez no puedo permanecer callado ante un hecho en el que estoy seguro que el principal defraudado ha sido el propio Monago. Desconozco si las personas de su confianza tendrán la valentía de decirle las verdades del barquero. Por eso, si yo fuera presidente, me gustaría tener a mi alrededor a un equipo que no dudara en ponerme de manifiesto los errores cometidos. Sirva este artículo como llamada de atención en ese sentido, por si nadie tiene el atrevimiento de decirle cara a cara que, en este asunto, ha habido una falta de diligencia impropia de las circunstancias.

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