A perro flaco todo son
pulgas. Al sabio refranero español no le faltan máximas con las que
reflejar la áspera realidad que nos atosiga a diario. Supongo que
eso mismo es lo que habrá pensado Don José Antonio Monago,
presidente del Gobierno de Extremadura (por cierto, muchos seguimos
preguntándonos a qué se debe el cambio de denominación de Junta
por Gobierno) cuando se haya enterado de la noticia que adelantaba el
diario HOY sobre su consejero de Sanidad y Política Social. A los
frentes abiertos con una moción de censura latente, concentraciones
de protesta por reducir los gastos de inversión en las partidas de
educación y sanidad, la polémica de la testosterona con el alcalde
de Barcelona sobre el paso del AVE por Extremadura, a todo esto se le
ha venido a sumar la palmaria incompatibilidad de funciones del señor
Perianes por pasar consulta oftalmológica cada quince días en la
localidad portuguesa de Elvas. ¿Que por qué se ha enterado el
rotativo regional de esta primicia informativa?:aparte de que los
periodistas sean un colectivo curioso de por sí, pues porque el
Consejero se publicitaba en las páginas de un diario del país
vecino. Es decir, que en este caso los reporteros no han tenido que
desplegar una labor de investigación similar a la que llevaron a
cabo Woodward y Bernstein para destapar el archiconocido escándalo
Watergate. Aquí no ha habido más garganta profunda que la
ignorancia y la imprudencia del propio consejero.
Al igual que yo,
muchos extremeños no nos creemos que el señor Monago, a la hora de
proponer a Perianes como miembro de su ejecutivo, no le preguntara si
ejercía alguna actividad profesional que pudiera ser incompatible
con el cargo que iba a ocupar. Estoy convencido que el señor Monago
se lo preguntó, aunque sólo sea porque así lo exige el artículo 8
de la Ley de Incompatibilidades de la Comunidad Autónoma de
Extremadura que, si bien es cierto que concede un plazo de tres meses
a contar desde la toma de posesión para realizar la posible
declaración de incompatibilidad, dicho plazo se cumplió
precisamente ayer. Por lo tanto, además de inmoral, su silencio fue
ilegal. Monago no va a ser tan torpe como para nombrar a un Consejero
sabiendo que incumple la legislación vigente, y menos aún cuando su
ejecutivo pende del apoyo prestado por Izquierda Unida. Bastante
tiene con lidiar con Pedro Escobar y compañía como para, a
sabiendas, haber permitido una situación que sabe a ciencia cierta
que le acarrearía más problemas de los que ya acumula. Por eso,
porque Perianes mintió y porque se ha descubierto que lo hizo, al
Presidente no le debe temblar la mano: antes de que el propio
implicado dimita, que es lo que debería hacer, se tiene que
adelantar y, tras las oportunas explicaciones, cesarle
irrevocablemente por traicionar la confianza que en su día depositó
en él. Hay errores que se pagan caros y este debe ser uno de ellos.
Toma de posesión de Perianes |
Monago acaba de salir
reforzado del Congreso Regional del Partido Popular, en el que ha
sido reelegido por un porcentaje de votos superior al 90%. Por lo
tanto, cuenta con el apoyo de los suyos para dirigir las riendas del
gobierno extremeño. No seré yo quien discuta la tarea emprendida
por el presidente de la Junta, todo lo contrario, pero eso no es óbice para que pueda criticar que haya cometido el descuido de
nombrar a un alto cargo sin asegurarse previamente que no concurría
en esa persona causa de incompatibilidad. En este sentido tiene una
parte de responsabilidad, aunque en grado menor que si hubiera
conocido desde un primer momento que el señor Perianes ejercía como
oftalmólogo. No me resulta agradable redactar estas palabras, pero
más me disgusta que Extremadura haya salido en todos los medios de
comunicación nacionales por un asunto como el que nos ocupa. Al
igual que en otras ocasiones he aplaudido y defendido al Presidente
de la Junta, esta vez no puedo permanecer callado ante un hecho en el
que estoy seguro que el principal defraudado ha sido el propio
Monago. Desconozco si las personas de su confianza tendrán la
valentía de decirle las verdades del barquero. Por eso, si yo fuera
presidente, me gustaría tener a mi alrededor a un equipo que no
dudara en ponerme de manifiesto los errores cometidos. Sirva este
artículo como llamada de atención en ese sentido, por si nadie
tiene el atrevimiento de decirle cara a cara que, en este asunto, ha
habido una falta de diligencia impropia de las circunstancias.
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