viernes, 4 de mayo de 2012

La superioridad moral del PSOE (Gómez dixit).


   Tengo la buena costumbre de escuchar la radio cuando voy al trabajo. A eso de las seis y media de la mañana me pongo al día de la actualidad, sobre todo en lo concerniente a temas políticos y económicos, que son los que más preocupan al conjunto de la ciudadanía. Me suelo informar a través de Carlos Herrera en Onda Cero y Ernesto Sáenz de Buruaga en la COPE; de vez en cuando el zapping matinal también hace que dirija el dial a RNE con Juan Ramón Lucas. A los únicos grandes profesionales a quienes dejo huérfanos son a Carles Francino de la SER y Federico Jiménez Losantos de Esradio: al sucedáneo de Iñaki Gabilondo porque nunca me ha gustado su estilo y al de Orihuela del Tremedal porque, a pesar de ser uno de los mayores intelectuales del periodismo patrio, me termina saturando a los cinco minutos de escucharle. Las formas del mensaje que se desea transmitir son tan importantes o más que el propio contenido; si don Federico quisiera suavizar este punto, tendría más oyentes de los que ya disfruta su bisoña emisora, eliminando esa pátina de radical con la que muchos le untan y que tanta credibilidad le resta, aunque diga verdades como puños que sólo él se atreve a emitir por las ondas.

   En fin, como digo, esta mañana iba por la autovía camino de Mérida con la COPE como sintonía de fondo con la que distraerme durante la rutina del viaje, un poco soñoliento aún por el madrugón mañanero, cuando el locutor carraspea para, acto seguido, engolar la voz y poner el acento en unas declaraciones del portavoz del PSOE en la Asamblea de Madrid, Tomás Gómez, durante el acalorado debate que sostuvo ayer con la presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre, en torno a los recortes en las partidas de gastos y las subidas de impuestos. Al señor Gómez, al que yo tenía por persona cabal y juiciosa, no le dio por decir otra cosa que, y cito literalmente, “la izquierda tiene superioridad moral sobre la derecha por conquistas sociales que quiere quitar el PP”. Fue oír tamaña sandez y desaparecer el estado de aletargamiento que me envolvía hasta ese instante. No entiendo que el señor Gómez, al que le cupo el honor de haber sido el alcalde más votado de España en las elecciones de 2003 cuando regía los destinos de Parla, haya utilizado ese argumento como ariete contra las medidas del PP madrileño: alguien con su formación y experiencia debería saber que, entre demócratas, la moralidad no es el mejor indicador para distinguir entre una opción política u otra. Aunque, bien visto, no es de extrañar esa salida de tono teniendo en cuenta que Alfredo Pérez Rubalcaba anda también estos días dedicándole sonoros epítetos a Mariano Rajoy a cuenta de las reformas que el gobierno está adoptando para tratar de paliar la tremebunda crisis económica y financiera que nos contempla: palabras como “ejercicio de sadismo político”, o “políticas xenófobas” se enmarcan en la táctica que el PSOE ha puesto en marcha para desacreditar, cuando no deslegitimar, al gobierno de la nación. 

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   Aunque no estemos en campaña electoral, el partido del puño y la rosa ha sacado pronto a pasear al doberman de toda la vida. Pretenden desprestigiar la imagen de un partido democrático que cuenta con casi once millones de votantes y eso, por muchas campañas de difamación que quieran orquestar, es irrefutable. Es cierto que el PP se ha visto obligado a tomar decisiones que no figuraban en su programa electoral, pero no lo es menos que tampoco esperaban encontrarse con una situación tan desastrosa fruto, aunque ahora algunos sufran episodios de amnesia selectiva, de siete años de gobiernos socialistas. Esos señores que se ufanan en ser los mayores demócratas sobre la faz de la tierra no ven con buenos ojos que el gobierno, a través de la fuerza que le confiere la mayoría absoluta que ostenta en el parlamento, tenga que aprobar un paquete de medidas legislativas para apuntalar las estructuras del estado del bienestar que la negligencia socialista ha dejado casi en ruinas. Lo que pretende el gobierno de Rajoy es encauzar una situación que comenzó a torcerse durante los años de vino y rosas en que Zapatero se dedicaba a sonreír a diestro y siniestro, con ese gesto bobalicón del que no se atreve a afrontar las dificultades con tal de no cabrear a los votantes. Gobernar no consiste en hacer amigos, sino en tomar las decisiones necesarias que redunden en beneficio de la comunidad, por mucho que sean criticadas.

   Por lo tanto, lo que sí me parece un ejercicio de irresponsabilidad por parte de los miembros del PSOE es que viertan ese tipo de manifestaciones referidas a una situación que ellos mismos han creado con sus nefastas políticas de pan para hoy y hambre para mañana. Si se ha propuesto una revisión en profundidad de la educación, la sanidad, el mercado laboral y la función pública, entre otras materias, no será por capricho de los actuales gobernantes, sino porque la situación heredada así lo requiere. Y si el señor Gómez considera como conquista social aquélla que ha llevado al paro a cinco millones y medio de trabajadores, que se vaya preparando para pasar una buena temporada en la bancada de la oposición porque si esa es su forma de luchar por los más necesitados, más vale que se dedique a otros menesteres. Como dijo Khalil Gibran, “aquel que usa su moralidad como si fuera su mejor ropaje, estaría mejor desnudo”. No forma parte de mis prioridades que don Tomás se pasee en cueros por la sede de la soberanía popular, por eso le rogaría que hiciera un buen uso del diccionario y seleccionase con mejor criterio el tono y el contenido de sus discursos.

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