¿Cómo están
ustedeeeeeeees? Jodidos, Fofito, jodidos por mucho que hayas
intentado levantarnos el ánimo con un anuncio a medio camino entre
lo casposo y lo vergonzoso. Con la de tardes inolvidables que los niños
de mi generación hemos pasado a tu lado y ahora resulta que te
prestas a este tipo de componendas para anestesiar la inteligencia de
los ciudadanos. La intención habrá sido buena, pero mejor habría
sido que el asunto se hubiera quedado en eso, en mero propósito.
Querido Fofito, el publicista que haya pensado que un spot va a
cambiar nuestro desánimo para convencernos de que no somos tan malos
como creemos merece que lo pongan de patitas en la calle, por muchos
éxitos de Fernando Alonso, Rafa Nadal, mundial de fútbol, los
óscars de Almodóvar, Bardem y demás zarandajas. De todos modos,
gracias por intentarlo. Se te valora el esfuerzo por endulzarnos el
pesimismo que nos invade desde hace años. Ahora bien, las cosas como
son: comparándolo con el anuncio del año pasado -homenaje al
ingenio del maestro Gila- el de este año se queda en agua de
borrajas, como una especie de chiste malo. Todo sea que la peña no
se cabree y le dé por adoptar otro tipo de medidas más
contundentes, como la de boicotear los productos de la compañía
anunciante, que para eso los españoles tenemos muy mala leche. Porque es que parece que nos han querido tomar el pelo.
Muy buena actuación, mejor realización, aceptable ambientación musical y
todas las flores que tú quieras en cuanto a su calidad técnica,
pero el caso es que esto ha sonado a pitorreo. Y yo pensando que la puñalada iba a venir por el lado de los de Freixenet, con sus doradas burbujas, sus famosos de postín y todo el tinglado artificial que montan en estas fechas, y has tenido que ser tú -mi admirado payaso de la tele- el que me ha defraudado por un cuarto de chóped.
No obstante, deberías
alegrarte de que tus intenciones para no sentirnos inferiores no
hayan caído en saco roto. No hay más que ver la tierna imagen
protagonizada en el día de ayer por Sus Señorías los senadores del
Reino de España, que despidieron la última sesión del año
cantando villancicos todos al unísono, haciendo piña y olvidando
las rencillas típicas de la arena política. Pelillos a la mar, que
una crisis económica de espanto como la que nos contempla no nos
amargue la fiesta. Lo que me ofrece más dudas es si la bancada de la
izquierda se habrá unido también al despiporre generalizado
teniendo en cuenta la que le montaron el otro día al presidente del
Congreso por felicitar las Navidades en su primer mensaje de twitter
con una imagen religiosa. ¡Qué país, Señor, qué país! Que esta
gente se indigne más por una postal, por un belén instalado en un
colegio o por un crucifijo colgado en las paredes de no sé qué
despacho es por lo que deberíamos darnos de puñadas para despertar
de una vez por todas nuestras adormecidas conciencias. Que tengamos a
unos representantes que se irriten por estas gilipolleces y, sin
embargo, permanezcan impertérritos ante el drama de los desahucios,
el escándalo de las participaciones preferentes o la bochornosa tasa
de desempleo es motivo más que suficiente para clamar al cielo en
solicitud de cantidades industriales de paciencia y resignación para
soportar a este personal. No hacen falta profecías mayas que nos
anuncien el fin del mundo, puesto que el infierno en el que vivimos
se le parece demasiado. Así que, Fofito, con el belén que tenemos
montado... como para no seguir tomando antidepresivos. Por lo tanto, con todo respeto, ese currículum que has redactado con tanto esmero me voy a permitir el lujo de tirarlo a la papelera. Es más, voy a hacer como si no lo hubiera leído nunca; le prestaré el mismo caso que a lo dicho por el Papa sobre la ausencia de la mula y el buey en el Portal de Belén: o sea, ninguno. Para bromitas estamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario