No habría encontrado mejor ocasión
para rendir homenaje al título de este recién nacido blog que
dedicarle una entrada a lo acontecido en el día de ayer en tierras
extremeñas. Pero quiero partir de una premisa:
como dijo Sócrates por boca de Platón en su apología sobre el filósofo ateniense, “sólo sé que no sé nada”. Quizás, de lo que menos sepa de entre todo aquello que desconozco está lo relacionado con el mundo de la tauromaquia, pero no por reconocer mis limitaciones sobre la materia quiero dejar pasar la oportunidad de glosar la figura de un hombre, de un valiente, de un torero que hace unos meses estuvo a punto de perder la vida en la plaza de toros de Zaragoza y que ayer resurgió de sus cenizas en el coso de Olivenza para sorpresa de propios y extraños. Me estoy refiriendo a Juan José Padilla, matador de de toros.
En multitud de ocasiones hemos escuchado decir que los toreros están hechos de una pasta especial; no faltan ejemplos en la historia del toreo con los que poder demostrar esta evidencia. Pero lo sucedido ayer ante más de seis mil personas merece la pena destacarse por encima de otros supuestos similares. Uno es un modesto aficionado gracias a lo que en su día pudo ver a través de las retransmisiones de televisión, pero eso no es obstáculo para que los profanos en la materia nos demos cuenta de la trascendencia, más allá de los límites puramente taurinos, que ha tenido el caso del diestro jerezano. Lo que ha llamado la atención, tanto de aficionados como detractores de la Fiesta Nacional, ha sido la historia de coraje y superación del “Ciclón de Jerez”. Si hace cinco meses nos conmovíamos con las imágenes de su brutal cogida en la plaza de la Misericordia de Zaragoza, hoy no podemos por menos que emocionarnos ante la estampa de un hombre en loor de multitudes que ha renacido de una pesadilla capaz de hundir a cualquiera que no se tenga por pusilánime.
Hoy no hay diario que se precie que no lleve a su portada la imagen de un Padilla enjuto, circunspecto, de gesto doliente enmarcado por unas patillas a lo algarrobo y un parche en su ojo izquierdo como recuerdo de la tragedia de la que ha sabido sobreponerse con gallardía. Ayer hubo un hombre que se vistió de luces, hoy ha renacido un diestro transformado en héroe por una multitud que pugnaba por subirlo a hombros y llevarlo en volandas hasta el último rincón de esa localidad pacense que, una tarde de domingo, fue testigo de una hazaña merecedora de ser recordada por la Historia para mayor gloria de su protagonista. Ayer hubo un hombre que, pese a la desgracia de una tarde de octubre, quiso volver a vestirse de torero.
En verdad que lo vivido en el albero
oliventino reúne los méritos suficientes como para figurar en las páginas de la monumental
obra de don José María de Cossío junto a las gestas de otras figuras de
la profesión como lo fueron Lagartijo, Panchón,
Guerrita, El Gallo, Machaquito, Bonbita, Belmonte, Joselito o
Manolete. Por eso, espero que no tarden mucho tiempo en salir poetas que dediquen memorables epopeyas a un hombre sencillo que, sin quererlo, se ha convertido en héroe. ¡Va por usted, maestro!
No comparto la opinión de este artículo en cuanto a los piropos que se puedan verter hacia un o unos mal llamados "maestros".
ResponderEliminarEn primer lugar, un torero busca, ante todo, la fama. Esa fama supone ganar entre 100.000€ y 400.000€ por una corrida. Hay mucha gente anónima que se juega la vida a diario por un salario de entre 1000€ y 2000€ al mes, tras realizar un mínimo de 20 "corridas" en plazas muy peligrosas.
En segundo lugar, este mal llamado "arte", tiene su técnica. Alguien que sea conocedor de las limitaciones del toro y lo practique, podrá salir a un ruedo con muchísimo porcentaje de éxito. Ese "arte" no lo es mucho más que el de levantar una pared de ladrillos, pilotar una moto de motocross o hacer un espectáculos con delfines y orcas. El éxito puede venir de exponerse más o menos a los peligros, pero eso ya es una decisión personal.
En tercer lugar llamar "héroe" a una persona que se expone gratuitamente, me parece una total falta de decoro hacia los verdaderos héroes. Muchos de ellos son los que a diario llevan un plato de comida a diario a sus hijos.
Este personaje de patillas y parche en el ojo, más típico de corsarios del siglo XVI y de algún presentador de la televisión de tintes fachas, no hace más que actuar de forma epatante. Con su parche quiere recordarnos cada vez que le veamos su desgracia para decir con asombro "¡oh, que hombre más valiente, después de lo que le sucedió vuelve a exponerse!", algo que no ocurriría si se hubiese puesto un moderno ojo de cristal.
Y ya por último y no menos importante, llamar hazaña al hecho de ASESINAR a un toro que se encuentra en indefensión, por mucho que quieran hacernos comulgar con lo contrario, me produce cierta repugnancia.
Esta mal llamada "cultura", estos mal llamados "maestros" nos están sobrando en el siglo XXI. La apuesta de hoy pasa por el respeto a la naturaleza y a todos los seres vivos sin excepción. Retozarse con experiencias tan deleznables nos vuelve a un pasado digno de olvidar.
Respeto tu opinión pero no la comparto en absoluto. Lo único que he querido reflejar en este artículo ha sido la actitud de hombre que, después de estar en el umbral de la muerte, no se lo piensa dos veces y vuelve a ejercer la actividad por la que ha estado a punto de perder la vida. Habría escrito lo mismo si, en vez de torero, hubiera sido albañil, piloto o adiestrador de animales exóticos, pero no voy a dejar de hacerlo por el hecho de que sea torero y que haya mucha gente que no entienda este arte. Porque, se esté de acuerdo o no, la fiesta nacional es un arte que se remonta a lo largo de los siglos.
ResponderEliminarNo creo que los toreros elijan su profesión única y exclusivamente por la fama y el dinero que les reporta. Jugarse la vida todos los días en los ruedos no compensa esa decisión. Se trata de una cuestión de vocación, como el que quiere ser médico, abogado o militar, y el que ganen más o menos dinero es un tema de "caché", tal y como pasa con los cantantes o los deportistas profesionales: la contraprestación económica variará en función de sus aptitudes y de la aceptación del público. No todos los toreros ganan lo que tú dices, al igual que no todos los cantantes, por ejemplo, nadan en la opulencia económica.
En cuanto a lo de asesinar, ya que lo pones en mayúscula, sólo me merece un comentario. Habrías podido utilizar otro verbo, como "matar" o "ejecutar", pero lo de asesinar siempre va referido a la acción de un hombre contra otro hombre, no contra un animal. Y sí, alrededor del mundo del toro gira toda un cultura, al igual que la hay entorno al mundo del vino y nadie pone el grito en el cielo por promocionar un producto que para muchos es una droga.
Te agradezco tus comentarios pero no puedo por menos que rebatirlos siempre, claro está, desde el respeto. Un saludo.